domingo, 25 de octubre de 2015

ENTREVISTA EN MUNDO ASPIE

http://www.mundoaspie.es/mary-asperger-entrevista-de-los-sabados/

MI EXPERIENCIA CON LAS PELUQUERÍAS



Desde que tengo memoria sé que no me gustan las peluquerías, me era sumamente incómodo ir a un sitio donde había personas que hablaban de todo y hacían bromas y contaban chistes, casi nada de lo cual entendía o simplemente no me interesaba, hablaban de gente que no conocía pero que se supone debía conocer pues, era en mi propio pueblo. Tener que esperar media hora, una hora o el tiempo que fuera para que me atendieran era para mi una inmensa pérdida de tiempo. Me gustaba la idea de llevar un libro que estuviera leyendo en ese entonces o alguna tarea que estuviese realizando pero sabía que no era bien visto que ignorara a todos y me pusiera a leer o a escuchar música y anotar la letra o simplemente escribir, o en todo caso no iba a poder concentrarme. Por otro lado está el ruido del secador, por lo cual las personas deben hablar más fuerte, a veces había música; luego los olores de tintes, laca y hasta del propio cabello, era la locura, ahora entiendo la sobrecarga sensorial que eso implicaba y comprendo por qué instintivamente lo rechazaba.



 Para los conocedores del autismo está claro que todos esos estímulos son desencadenantes de estrés o ansiedad, o cuando menos de incomodidad, por lo tanto es bueno tomar en cuenta que cuando alguien con autismo tenga que ir a uno de esos sitios se haga una cita para no tener que esperar y se escoja una hora donde no haya tantas personas. En mi caso yo no tenía idea de mi condición, todo lo fui haciendo instintivamente.

Muchas veces yo misma me he cortado el cabello, desde hace muchos años lo llevo corto y simplemente me las ingeniaba para cortármelo a riesgo de que me quedara mal, yo no sé nada sobre peluquería, solo hacía lo que los peluqueros hacen pero sin ver, solo con mis manos iba tocando y de esa forma “veía”. Algunas veces no quedaba tan mal, casi ni se notaba, otras veces quedaba desprolijo y se veían algunas disparidades y en esos casos no me quedaba más remedio que acudir a una peluquería para emparejar.

Mi cabello es ondulado y por algunos sitios es muy crespo y en esas partes me coloco cremas alisadoras de vez en cuando, siempre lo he hecho en casa, yo sola, pero un día estando en una ciudad me dio por ser “normal” y fui a una peluquería para que me hicieran el tratamiento, recuerdo que les expliqué lo que quería y un chico comenzó a atenderme, no recuerdo cómo fue el procedimiento de lo que me hizo, pero si recuerdo vivamente que NO era para nada lo que yo quería, fui a que me alisara y en vez de eso salí con el pelo alborotado y no fui capaz de decirles nada, solo está bien, muchas gracias (con una sonrisa). No puedo asegurar que me tomaron el pelo (literalmente jeje) pero he tenido siempre la sensación de que sí, quizás se divirtieron a mi costa porque si no, no me explico el resultado estrambótico de lo que me hicieron como peinado. Al llegar, mi esposo se extrañó y me preguntó qué era aquello y simplemente le dije que no importaba que ya lo iba a arreglar. Me sentí mal, pero gracias a Dios no fue algo que me hizo sentir rencor, solo frustración, casi lo tomé como una anécdota y un motivo más para seguir haciéndolo en casa.

Creo que puedo contar con una mano las veces que he ido a arreglarme y pintarme las uñas, y esas pocas veces siempre fui acompañada e invitada por alguna amiga, que la mayoría de las veces fue Nayelis (ahora en el cielo) No lo hacía tanto por el hecho de no querer arreglarme (que también), sino por evitar todo ese ambiente que me incomodaba pues nunca sabía de qué hablar ni podía seguir la conversación de las demás. Generalmente las que hacen manicura trabajan en sus propias casas y como es un ambiente rural siempre es más folklórico y no falta un perro y más gente del entorno y gritos, me sentía muy ajena a todo eso y por más que tratara no podía adaptarme con naturalidad, es decir, nunca entraba en confianza.

                                                                                                       Nayelis y yo en una grabación

 Recién a mis cuarenta  años encontré una buena peluquera (que le tiene mucho cariño y paciencia a mi hija) con la que pude adaptarme, sin embargo, siempre hago cita y en ocasiones no debo esperar. Las uñas, ya nunca las pinto, tal vez si tuviera suficiente tiempo libre lo haría, pero por ahora tengo cosas más importantes que hacer.



Twitter:  @maryanmor

miércoles, 14 de octubre de 2015

CUANDO TU HIJO ES DIFERENTE




¿Cuáles comportamientos, actitudes o falta de habilidades en los niños deben llamar la atención de sus padres?

En esta entrada quiero referirme a nuestras vivencias como padres de una niña con trastorno dentro del espectro autista pero sobre todo antes de conocer el diagnóstico.



                                                        MI NIÑA  Y SU PRIMA 

Mi niña siempre fue particular, casi nunca hizo nada como sus pares de la misma edad, teníamos a una prima y a una amiguita para comparar (en buen sentido) y veíamos que ella no se comportaba igual, pero a tan corta edad no le podíamos dar mucha importancia; decíamos: ya aprenderá, en algún momento lo hará, ya se le pasará…

Una de las cosas importantes que recuerdo es que ella no podía trepar para entrar o salir de la cuna como lo hacía su amiga, su motricidad era escasa en ese aspecto, mientras la otra niña entraba y salía como liebre varias veces ella solo lograba entrar una y con mi ayuda. Tampoco trepaba los muebles y le costó mucho poder subirse sola a la cama. Aprendió a caminar a los dieciséis meses, y también le costó pedalear en su triciclo, es decir, tuvo dificultad para realizar acciones que implicaran mover todo su cuerpo. También le fue difícil aprender a quitarse algunas prendas de vestir, como franelas o pantalones de telas gruesas, desabotonarse, colocarse calzados de cordones y un variado etcétera. Algunas de estas características persisten hoy en día a sus nueve años, en menor grado, por supuesto; otras han sido superadas.

Otro aspecto que es motivo de atención es lo referente a la ropa. Siempre le gustaba usar lo mismo, había que negociar mucho con ella para que usara ropa que nunca quería ponerse, no toleraba las texturas ásperas o simple y ligeramente áspera o que tuviera algún borde, encaje o cualquier cosa que le rozara la piel. Casi no toleraba los jeans a menos que fueran anchos y le permitieran movilidad y cintura elástica o que no fuera rígida, prefería siempre los pantalones de algodón o de tela de franela. Comprar zapatos siempre es una odisea, en ocasiones debe probarse muchos para poder escoger unos que no le molesten y que sienta cómodos. Hablo en pasado porque describo lo que vivíamos antes del diagnóstico, pero esto continúa siendo así.

La hora de la comida era casi siempre una batalla campal, un acto que por lo general es placentero y es ocasión para dialogar y compartir se nos volvía un infierno, casi nunca quería comer, apenas se sentaba y veía la comida comenzaba a gritar y a llorar y salía corriendo para su cuarto, acto seguido había que llamarla para que al menos probara la comida pero ella se negaba, lloraba, gritaba y si intentaba probarla arqueaba seguidamente. Este comportamiento nos molestaba y generaba mucha tensión, siempre terminábamos gritando y recriminándole su “malcriadez”, en una ocasión le grité que estaba loca, que el problema no era la comida sino su mente,(y obviamente así era, pero por supuesto eso no bebí decírselo a ella) a todas estas no teníamos ni la más mínima idea sobre autismo y tampoco estaba sensibilizada ni tenía herramientas para tratar un caso como ella. Me apena mucho estas cosas que hacíamos, pero quiero contarlas por si le sirve de experiencia a alguien para que no cometa los mismos errores. Yo lloraba de impotencia al no saber por qué ella se comportaba de esa manera, veía que ella no trataba de cambiar, que por más que le hablara parecía no entender nada y no cedía en nada. Cuando no queríamos escándalos a la hora de la comida simplemente le preparaba una bebida con leche, pero me preocupaba mucho su alimentación, me angustiaba que no se alimentara bien. Nunca le han gustado las frutas, salvo el cambur y las verduras mucho menos. Cada vez que podía le hacía lo que a ella le gustaba que era solo pasta y pollo empanizado para el almuerzo. 

Desde que estaba en sala de cinco años, su maestra nos decía que la niña tenía algunos problemas, que no miraba a los ojos, no participaba en las rondas, a veces no respondía a las preguntas, entre otros. Nos recomendó llevarla a un psicólogo y lo hicimos, pero nos dijo que ella no tenía nada malo, que era demasiado inteligente y quien  debía de cambiar de metodología era la maestra. Fuimos donde una terapeuta familiar y nos dio algunas recomendaciones pero prácticamente era como paños calientes. A mediados de ese curso escolar entró a trabajar en la misma institución una psicóloga que enseguida comenzó a tratarla.

La gota que derramó el vaso fue algo que ocurrió un día estando ya en primer grado. Tomé todos sus dvd que se le estaban dañando las carátulas y los coloqué dentro de un estuche para guardar cd que yo había hecho pero tuve que recortar las carátulas de papel porque no cabían, cuando terminé se lo enseñé emocionada pues estaban todos organizados y ella al verlo dio un grito y se desató a llorar, se volvió como loca y le dio una crisis de ansiedad, nunca la había visto comportarse de esa manera, le explicaba que todo estaba ahí, pero ella mientras más lo veía más lloraba y me gritaba: ¿por qué los rompiste? Yo le explicaba que quería organizarlos y que así no se le dañarían. Le pedía disculpas y le decía que lo había hecho para agradarla pero ella solo lloraba. La consolé todo lo que pude hasta que se calmó y luego con los días fue aceptando el cambio. En los TEA, (personas con agún Trastorno del Espectro Autista) cualquier cambio produce reacciones, más si es brusco. Puede producir llanto, ira, frustración, desorientación, incertidumbre, entre otros; esto fue lo que pasó ese día.

Yo acostumbro a ir los jueves a visitar el Santísimo que se expone en mi parroquia, y el jueves próximo luego de esa experiencia recuerdo que lloré en oración delante de El y le pedí que por favor cambiara esa forma de ser de ella,  le dije: si ella se sigue comportando así va a tener muchos problemas en su vida y va a sufrir mucho, por favor Señor, ayúdala.

El jueves siguiente el Señor me dio la respuesta, no fue lo que yo le pedí, él no la cambió de la noche a la mañana, más bien nos hizo cambiar a nosotros, de golpe, en un solo día; ese día que Anita (la psicóloga) nos comunicó que tenía síndrome de asperger. Un frío recorrió todo mi cuerpo (es característico cuando entro en alguna crisis), no sabía qué pensar, no podía asimilarlo, me entraron miles de dudas, temor e incertidumbre. También me preguntaba si sería cierto. No podía ser cierto, mi niña no podía tener eso… cómo iba a ser posible? Ese mismo día por la noche busqué en internet y comencé a leer un artículo en el cual en alguna parte iban describiendo características y a medida que leía la iba viendo a ella, recuerdo que al llegar a una frase que decía: “Es frecuente que las sonrisas "voluntarias" en las fotografías familiares sean una colección de muecas sin gracia”, rompí a llorar porque ya no me quedaba duda. Lloré mucho porque era mucha la incertidumbre de qué iba a pasar con su vida. Varias preguntas me pasaban por la mente, cómo va a ser su vida? Podrá estudiar una carrera? Se podrá casar o tener pareja? Podrá valerse por sí sola? Qué debo hacer ahora?... 

En medio de ese dolor no puedo negar que también existió un gran alivio, efectivamente, el problema no era la comida, o la ropa,  el ruido, o la luz, el olor, el calor… el “problema” estaba en su mente y no era malcriadez ni lo hacía por molestar o por llevar la contraria, y entonces me sentí culpable y con mucho dolor por todas las veces que la grité, que la obligué a comer algo que no quería, a ponerse algo que no le gustaba, cuando la apuraba porque era muy lenta. En mi desespero por tratar de que fuera “normal” la presioné muchas veces y vi como una película cada uno de esos momentos y se me destrozaba el corazón, quería pedirle perdón, mil veces perdón, me sentía la peor de las madres por no haberla sabido comprender. Desde ese momento cambió radicalmente nuestra manera de tratarla, y enseguida comenzamos a ver cambios positivos, hasta su manera de mirarme cambió, no pude dejar de notarlo, era una mirada como de incredulidad, como preguntándose: por qué me están tratando diferente? Pero a la vez se la veía más relajada y feliz, y cómo no! Cesaron los gritos, los regaños y los maltratos de todo tipo. Comencé a leer mucho sobre el tema pero lo que más nos ha ayudado ha sido el amor y la comprensión.

Ese bendito día el Señor me hizo ver que cambiando nosotros era como ella cambiaría.

A casi tres años de su diagnóstico, (noviembre de 2012)  hoy en día no todo es perfecto, todavía luchamos para que coma pero aceptamos que no coma lo que no quiera, tengo que negociar mucho con ella para que se ponga ropa nueva o para que la varíe un poco más, todavía es y será siempre muy sensible a los olores y corre espantada de cualquier lugar donde haya un olor desagradable, no tolera la frustración, tiene alexitimia (no sé en cual grado), tiene movimientos estereotipados o repetitivos e intereses restringidos. A los vendedores, sobre todo de zapatos, debemos decirles que por favor nos tengan paciencia y a ella tenérsela nosotros y tratarla con mucho tacto y cariño para que no se estrese, para que no se bloquee. Casi nada en el mundo la hace darse prisa, prácticamente solo interactúa con sus amigas que afortunadamente tiene unas cuantas y todas la quieren mucho; es excelente académicamente y ya no tengo miedo de su futuro, por experiencia propia sé que logrará todo lo que ella se proponga, aunque sé que tiene más afectaciones que yo pero también tiene la gran ventaja de un diagnóstico maravillosamente temprano que nos ha permitido tratarla de una mejor manera, todavía nos falta aprender mucho, pero lo que no sabemos creo que lo vamos supliendo con amor.  

Ella es única y es un regalo de Dios, su sonrisa, para mí, es lo más hermoso junto con la de su hermano, ellos a veces se pelean, en realidad todos los días, él la molesta y ella solo llora o grita y corre a buscarnos a su padre o a mi, pero también se aman y son cómplices y amigos, estoy segura que él será una gran ayuda para ella.



Twitter: @maryanmor

lunes, 12 de octubre de 2015

QUÉ HUBO DESPUÉS DEL DIAGNÓSTICO?







Los días después de saber mi diagnóstico de síndrome de asperger, sentí una conmoción en parte devastadora y en parte igual liberadora por lo que implica saber que tantas cosas en mi eran diferentes de verdad, es decir, que no era mi percepción sino que era algo real, luego comencé a devorar cuanto artículo conseguía en internet, si bien ya había leído muchísimo luego del diagnóstico de mi niña, necesitaba algo más, no me sentía totalmente reflejada ni representada en lo que escribían los especialistas. Fue así como di con varios blog de adultos con síndrome de asperger y comencé a descubrirme a mi misma, a medida que leía las experiencias de ellos me iba viendo reflejada, sobre todo con Paola Arqueros a quien no me canso de agradecer por contar sus experiencias porque fue así como yo pude aceptar esta realidad y comenzar a comprenderla desde lo más profundo. Por eso decidí también colocar algunas de mis experiencias en este blog por si le puedo ser útil a alguien.

Toda mi vida comenzó a pasar por mi memoria y fui ahondando en mi interior y me di cuenta que muchísimas de mis actuaciones y de mi forma de pensar y de sentir, mis gustos, aficiones, incluso mi percepción de la realidad, casi toso lo que soy se lo debo a esta condición que no me hace ni peor ni mejor que nadie, solo diferente.

Entré en un grupo cerrado de Facebook de personas adultas con asperger y el compartir con ellos me ha ayudado a comprender mejor todo lo que implica vivir con este síndrome. Ha sido una experiencia muy interesante y he podido comprobar que hay diversidad de comportamientos y de formas de enfrentar la vida, diferentes comorbilidades (presencia de uno o más trastornos además del trastorno primario), diferentes puntos de vista, si bien coincidimos en muchas características y tenemos mucho en común, todo lo cual me ha ayudado, como dije, a conocer este “universo aspie”. 

                                      PORTADA DE UNIVERSO ASPIE, CREADA POR RAFAEL FERNANDEZ LOVERA

No obstante, esas primeras semanas llegué a leer tanto que se volvió un tema obsesivo. Mi diagnóstico coincidió con el comienzo de una enfermedad que tiene cuarentena y me dieron un reposo laboral, con lo cual tenía tiempo a disposición, pero hubo un momento en que me saturé y me harté un poco de todo y quise que fuera un sueño del cual poder despertar y que ya no hubiera ningún síndrome ni trastorno parecido, estaba entrando en depresión y no quería sentirme así, prácticamente solo veía a mi familia, lo cual sirvió para reforzar mi aislamiento, el físico forzado por la enfermedad, pero el emocional voluntario. Hasta que poco a poco fui superando esa pequeña crisis, siempre con la ayuda de Dios, y al pasar la enfermedad me dediqué a sacar adelante una pequeña empresa de repostería además de mi trabajo formal.

Comprendí que la depresión o la ansiedad, son una comorbilidad de los TEA (Trastorno del Espectro Autista), y aunque no son constantes en todos los casos, si aparecen de vez en cuando. Yo no le daba muchas vueltas y simplemente vivía con ello, por suerte no eran tan intensas, pero hubo algunas ocasiones en que si lo eran y mi mamá me daba manzanilla, librax o ervostal sobre todo en los años de adolescencia y juventud. Ya un poco mayor tomé también otro tipo de tranquilizantes, algunos remedios naturales y otros combinados con químicos. Es así como le hacía frente a la vida, algunas veces auto medicándome y otras simplemente soportando y enfrentando las situaciones como mejor podía. He llorado mucho, es mi forma de canalizar las emociones, toda la vida he sido muy nerviosa y asustadiza, mi familia me cuenta que de bebé todo el tiempo estaba llorando, casi nada me calmaba y no sabían qué hacer conmigo. La depresión siempre estará por ahí rondándome, pero espero en el Señor, mi auxilio y mi fuente de paz. Cuando le da por ponerse intensa lloro, pero sobre todo, oro. 

Gracias a Dios tengo un esposo comprensivo que me ha apoyado en todo momento y se está esforzando por entenderme a mi y a nuestra hija. Por eso es muy importante el diagnóstico, al no tenerlo se sufre mucho pues nadie comprende el por qué de tantas actitudes y comportamientos diferentes quizás a lo esperado,  en ocasiones pedantes, en otras explosivos o damos la impresión de que siempre estamos centrados solo en nosotros mismos y que nos olvidamos del resto del mundo, pero todo eso tiene explicación y lo mejor es que al saberla podemos controlar los factores que lo desencadenan o controlar las reacciones. Nuestra forma de comunicarnos con el mundo es diferente, por eso en los “manuales” se dice que no tenemos empatía, pero no es cierto, solo que la expresamos de manera diferente y cuando nos olvidemos del resto del mundo (es algo que va a ser inevitable) de forma empática nos pueden recordar que lo demás existe y estoy segura que estaremos ahí para todos. 

Mary Angela Morales
Twitter: @maryanmor

sábado, 10 de octubre de 2015

DESCUBRIENDO EL SÍNDROME DE ASPERGER



DESCUBRIENDO EL SÍNDROME DE ASPERGER


La primera vez que escuché sobre el síndrome de asperger fue en 2009 cuando a la institución donde trabajo llegó un chico aspie y su mamá me explicó muy superficialmente algunas características, yo por mi cuenta investigué algo más pero en realidad no llegué a comprender a ciencia cierta de qué se trataba, tampoco supimos cómo tratar exactamente a aquel chico, solo aprendimos a conocerlo y él por su parte se adaptó bastante bien a la escuela. La segunda vez que me topé con el síndrome fue en 2012 cuando para mi sorpresa mi hija fue diagnosticada, fue todo un impacto que comentaré en otros escritos. Desde ahí comenzó mi búsqueda frenética de información. 

Y mi más reciente cara a cara con el asperger fue cuando en marzo de este año (2015) la psicóloga que diagnosticó a mi hija me diagnosticó también a mi. Aunque ya sospechábamos, sobre todo mi esposo, para mí fue como cuando uno se golpea muy fuerte la cabeza y queda desorientado y experimenta un terrible dolor, solo que el dolor en este caso no era físico sino emocional.

Ante mi diagnóstico algunos me dirán (como ya me han dicho) NOOO, pero si siempre has sido muy normal  y  te ves normal, además cantas en la iglesia y en público, hablas en público y por micrófono, das charlas, eres profesora, tienes amigos y estás casada y hasta tienes hijos… pues si, todo eso es verdad y es prueba de que una persona con asperger o autismo de lto funcionamiento puede llevar una vida normal pues con las limitaciones y las capacidades diferentes puedes funcionar perfectamente, solo que de manera diferente. Una persona con asperger es capaz de hacer  todo lo que yo hago y muchísimo más pero no sin pagar cierto precio que varía según la cantidad y profundidad de las afectaciones que se tenga. Ese precio también es muy variado porque cada persona con autismo es un mundo diferente aunque compartamos muchas características pero cada uno las vive de manera propia. Quizás algunos tampoco lleguen a comprender el diagnóstico por falta de conocimiento al respecto, hay poca información y de paso mucha no es exacta, o bien se pueden basar en personajes de tv o películas que distan de la realidad pues la mayoría no somos así. Así como cada persona es única y particular en su forma de ser, cada persona con asperger es única y aunque hay características iguales cada uno las vive de manera distinta como ya he mencionado. 

He querido compartir mi diagnóstico por varios motivos, lo principal es que siento el deber de abrirle el camino a mi hija y que todos sepan que ella puede lograr todo lo que se proponga, solo deseo verdadera inclusión, comprensión y que sea aceptada y valorada con sus diferencias y que se sienta protegida por quienes la rodean. También quiero dar la cara por todos los que de alguna manera somos diferentes, bien sea por un síndrome o por cualquier otra condición, para que se valoren y se respeten esas diferencias a la hora de convivir en esta sociedad, de hacer las leyes y proyectos, etc. Así mismo, contribuir a divulgar información cierta sobre lo que es el síndrome de asperger para que cualquiera que se sienta identificado busque un diagnóstico porque es liberador y esperanzador, pues conociéndonos verdaderamente podemos trabajar en nuestras carencias y tratar de superarlas, o al menos comprendiendo el origen sabremos cuánto podemos “adaptarnos” sin llegar a hacernos daño forzándonos a vivir situaciones que nos sobrepasan.

En mi caso, toda mi vida me he sentido diferente, pero gracias a Dios siempre he tenido amigos y personas que me han apoyado y acompañado. He estado en infinidad de situaciones sociales pero en casi todas siempre sintiéndome incómoda,  pensando que no “encajo”, que no pertenezco ahí, eso nadie lo nota, por eso al asperger se le apoda el “síndrome invisible”, hasta hace apenas unos meses entendí que esos sentimientos no eran normales, que esa incomodidad interna, la ansiedad, la depresión, la falta de control emocional, la hipersensibilidad, etc… no eran  inmadurez, capricho o malcriadez sino que obedecían a un fenómeno puntual del cual no tenía control.
Mi amor por la música, uno de mis intereses obsesivos, propios del síndrome, me condujo a la edad de catorce años a la juventud franciscana, pues era el medio a través del cual podía explotar y compartir ese talento que sabía que tenía. Fue el Señor quien me lo dio y me llamó a este servicio en mi parroquia. Lo que en la jufra aprendí y viví fue la base donde construí todo lo demás, ahí aprendí a socializar, a compartir experiencias, sentimientos, inquietudes y a salir un poco de mí misma. Aprendí a ser líder, sobre todo porque tuve la oportunidad de desarrollar y compartir otros de mis intereses restringidos como el estudio de la biblia, la teología y la historia universal, entre otros. El poder trabajar, o en este caso socializar a través de mis intereses fue una gran ventaja que me ayudó a “encajar” y a desarrollarme como cualquier persona neurotipica (que no tiene autismo) y a tener éxito social. 



YO EN EL CENTRO CON MIS HERMANOS DE FRATERNIDAD                                    

También tuve la gracia de experimentar un encuentro personal con Cristo que me hizo darme cuenta de muchas actitudes que debía cambiar y he aprendido a ver las cosas de otra manera. Desde adolescente he vivido una relación hermosa con el Señor, algunas veces consideré la vida religiosa, pero fue de adulta cuando tuve mi verdadera conversión que apenas comienza. Me apasiona la vida contemplativa, amo a san Francisco y santa Clara y a santa Teresa de Ávila. No todos los asperger son ateos.

Estando en la jufra conocí a Nayelis (ahora en el cielo) y fue mi mejor amiga desde la adolescencia y la persona que mejor me conocía al igual que mi maestro de música (también en el cielo) que fue un gran amigo. Con Naye aprendí a socializar, de ella copiaba gestos, palabras y actitudes. Cuando necesitaba ir a algún lugar, a comprar ropa, por ejemplo, la buscaba porque con ella me sentía segura, ella me abría el camino y yo iba detrás, su manera tan natural de socializar me hacía entrar un poco en confianza. Esto lo he comprendido hace escasos días. De Doris, quien ha sido también una gran amiga, copié o mejor dicho mimeticé (es una práctica que se asocia con el autismo) algunos comportamientos, gestos y formas de expresión y de algunas personas más y hasta de personajes de televisión, pero en menos medida.

He utilizado indiscriminadamente las palabras asperger y autismo porque según el DSM5 son lo mismo. El asperger se encuentra dentro de los denominados Trastornos del Espectro Autista (TEA) y se le denomina Autismo de Alto Funcionamiento, se encuentra en el extremo opuesto del Autismo Clásico que es el más conocido.

Las modas nunca me han interesado mucho, salvo un poco de adolescente, prefiero la comodidad o simplemente lo que a mi me guste sin importar si voy con ella o no. A ninguno de los asperger que conozco nos gusta llamar la atención, casi todos usamos ropa monótona para pasar desapercibidos.

La música siempre ha sido mi vía de escape y el hilo que el Señor utilizó para tejer mi vida. Con ella he vivido las mejores sensaciones, los sonidos toman forma en mi mente, son como corrientes de luz y color que se sobreponen por capas que suben, bajan, se detienen o juegan según sea la melodía que forman a su vez la armonía, así que puedo escuchar casi por separado la mayoría de los sonidos, es comparable a nadar pero dentro de la música. Como tengo déficit en regular las emociones, cuando experimento esas sensaciones siempre lloro, no puedo contenerme. Así como tantas veces he llorado ante el santísimo solo de emoción, pero no comprendía en ambos casos el motivo, ahora lo sé.